PRINCESS

19 de junio de 2013

Alimentación complementaria: las frutas y las verduras



Dentro de la introducción de nuevos alimentos distintos a la leche, las frutas y las verduras son unos de los primeros que se ofrecen al bebé, a partir de los seis meses.
​​​La OMS recomienda la lactancia materna exclusiva hasta los seis meses del bebé. Durante el primer año, la leche es el principal alimento, pero, a partir de los seis meses, empiezan a introducirse otros alimentos.

​​​• En la alimentación del bebé a partir de los seis meses, en general, se empieza con las frutas (en puré) o con las verduras más dulces y no demasiado ricas en fibra, como las zanahorias, las patatas y los calabacines, que, normalmente, suelen ser bien aceptados por el niño.

• Es mejor añadir papillas de cereales a los primeros purés de verduras, teniendo en cuenta que deben ser sin gluten (arroz y maíz), para evitar el riesgo de falta de hierro.

• Cuando se empiezan a introducir, las papillas de frutas y los purés deben ser muy fluidos. La primera papilla puede consistir en una crema muy fina y diluida de zanahorias y patatas (hervidas o cocidas al vapor), condimentado con un poquito de aceite de oliva virgen.

• Las siguientes papillas pueden enriquecerse con otras verduras, como las judías verdes. Si no se manifiestan problemas de alergias, y al niño le gustan las verduras que se le ofrecen, se puede llegar a componer una pequeña menestra en el transcurso de unas 4 ó 5 semanas.

• La fruta se debe ofrecer finamente triturada. Para empezar, son aconsejables la manzana, la pera y el plátano. Algunas frutas estivales, como los melocotones y los albaricoques, también son una buena opción, aunque son más susceptibles.

• Durante el primer mes del destete, es suficiente con dar al niño una papilla al día, y mantener la leche para el resto de las comidas. Además, el puré de una sola verdura no es muy nutritivo y es posible que, poco después de haberlo tomado, el pequeño pida leche: no hay ninguna razón para no dársela.

• Mejor evitar añadir sal a las papillas. Con el tiempo, el niño ya tendrá la oportunidad de irla probando. De lo contrario, podría manifestar, desde muy pequeño, una mayor inclinación a los alimentos salados. 
 



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